¿Qué es Dios para Albert Einstein? Para el científico alemán, Dios era un concepto más allá de la religión. Puede decirse que se trataba de algo espiritual, algo que todos podemos sentir en nuestras vidas. Einstein definió a Dios como un «espíritu infinito y eterno», y afirmó que no existía ninguna prueba material de su existencia.
Einstein también creía en la energía creadora del Universo, la fuerza detrás del orden natural que todos experimentamos. Esta energía no está directamente relacionada con ninguna religión o dios particular, sino con el concepto general de un poder superior que gobierna nuestro destino. Él llamó a esta energía «Dios», pero insistió en que no tenía forma ni figura humanas.
Para Einstein, «Dios» estaba separado de los rituales organizados por las iglesias o religiones. En lugar de ello, él buscaba alcanzar un estado mental tranquilo donde pudiera meditar sobre la grandeza y profundidad del Universo. Este tipo de ponderación le permitió disfrutar plenamente su propia vida y encontrar consuelo en momentos difíciles.
Einstein rechazaba los conceptos teológicos tradicionales, comenzando desde el principio mismo: Dios no creó el Universo; fue el Universo quien creó a Dios. Sin embargo, él reconoció la importancia fundamental de lo divino para muchas personas y respetaba profundamente sus convicciones religiosas.
Albert Einstein fue uno de los científicos más reconocidos del siglo XX, y su trabajo ha influido en muchas áreas. Cuando se le preguntaba sobre Dios, solía responder con respuestas evasivas o ambiguas. Aunque, en numerosas ocasiones, también proporcionó alguna clase de declaración sobre el tema.
Para Einstein, Dios, no era un ser sobrenatural que controlara el universo desde arriba, sino más bien la representación simbólica de la fuerza natural inherente a todas las cosas. Esto significaba que Dios era parte integral del mundo físico; no era un ente separado ni superior. En cambio, expresó su creencia de que «la religión sin la ciencia es ciega». Según él, la comprensión correcta del mundo requiere tanto fe como razonamiento.
Einstein abogaba por un tipo particular de «espiritualismo», en el que los principios morales y espirituales son tan importantes como los principios científicos para entender el mundo. Él acreditaba esta idea a Spinoza y otros filósofos judíos medievales: «Soy atraído inexorablemente hacia sus doctrinas… me parece como si hubiera encontrado en ellos mi propia pensamiento».
En resumen, para Albert Einstein Dios, no era un ser omnipotente y omnisciente sino más bien la fuerza natural inherente al mundo físico. Creía firmemente que debía existir un equilibrio entre fe y razón para entender correctamente nuestro lugar en el Universo. Además abogaba por «el espiritualismo», donde los principios morales eran igualmente importantes como los principios científicos.